Figura tallada en madera de boj y roble. Trabajo español. Policromía refrescada. Sobre peana de madera. Medidas: 46 x 20 x 15 cm.
Composición basada en el pasaje bíblico del Antiguo Testamento Zacarías 8:16-23. Óleo sobre lienzo, medidas lienzo: 112 x 87, medidas enmarcado: 121 x 97 cm
Magnífica escena en la que vemos la silueta de un personaje recortada sobre fondo neutro está ricamente ataviada con un traje de manga larga cerrado al cuello por una gola, sobre su cabeza un sombrero rematado en pluma llama la atención ya que con una mano sostiene una flauta que acerca a su boca y con la otra toca un tambor. Con antigua placa de atribución “Grimoux”, Óleo sobre lienzo. Medidas enmarcado: 74 x 64 cm, medidas lienzo: 55 x 46 cm
ÓLEO SOBRE LIENZO. ESCUELA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVIII TEMÁTICA RELIGIOSA, "EL BUEN PASTOR NIÑO". 37X30CM/30X23CM (CON INSCRIPCIÓN TRASERA: "REGALO DE MI AMIGO MENG") Iconografía: Desde el comienzo del cristianismo, el «buen pastor» es la imagen de Jesús de Nazaret que, en su calidad de pastor, cuida y salva a su rebaño. El tema es el más representado en la iconografía paleocristiana y pueden encontrarse testimonios a partir del siglo II. La inspiración de las primeras representaciones se toma de la imagen de Orfeo —al que se le atribuía el don de encantar a los animales mientras tocaba la lira—, y de la representación de las obras romanas en las que el cordero entre los brazos era un símbolo de filantropía. En el primer tema el «buen pastor» guarda su rebaño, de pie o sentado. La otra representación con el cordero extraviado en los brazos o sobre los hombros está mucho más extendida y procede directamente de los modelos paganos del moscóforo o el Hermes (Crióforo) que lleva la oveja del sacrificio. A partir del siglo VI decae la representación del «buen pastor» hasta desaparecer completamente en la Edad Media, hasta que se recupera entre los siglos XV y XVI, para volver a quedar relegada en el siglo XIX. En los siglos XVII y XVIII reaparece a veces con la versión de la «divina pastora». La variedad de representaciones es numerosa. Las características comunes de las obras suelen presentar a un niño que porta un báculo, cayado o flauta, con túnica, y que tiene en su regazo o lleva sobre los hombros un cordero. También se ha representado con Jesucristo adulto. En pintura se encontraba ya en las catacumbas de San Calixto o de Domitila. Una de las representaciones del «buen pastor» más conocidas es la de Bartolomé Esteban Murillo.